lunes, 2 de mayo de 2016

Un simple árbol

Un bosque, arboles... al acercarse a un árbol muchos solo ven eso, un simple árbol. Tocarlo, olerlo, inspira tantas cosas...
La vida, la naturaleza, pero también su madera, que nos acompaña desde que nacemos, la cuna. Durante nuestra vida, la casa. Cuando finaliza nuestra existencia, el ataúd.
 Cerrad los ojos y recordad cuando sacábamos punta a un lápiz, ese olor... el papel de las libretas donde aprendimos a escribir nuestras primeras letras, los pupitres... sí, madera de ese simple árbol.
Seguid recordando. Un día de nieve... llegar a casa, la chimenea encendida, el calor del fuego, la cuchara removiendo el guiso, la mesa preparada... sí, madera de ese simple árbol.
Los que vivieron su niñez al lado del mar recordarán los barcos que salían a pescar, las artes de pesca, los embarcaderos... sí, madera de ese simple árbol.
Personalmente, recuerdo en mi niñez a un familiar que hacia los zuecos típicos de Galicia. Siempre recordaré el olor de la madera, que cepillaba con mimo hasta convertirla en el preciado calzado, que aislaba perfectamente de la lluvia. Todo el proceso me fascinaba, me pasaba horas viéndolo. Tuve unos zuecos adaptados a mis pequeños pies, que lucí orgullosa, como si fueran unos maravillosos zapatos de fiesta.
Todos, seguro, tenemos recuerdos y olores asociados a la madera. Cuando veamos y toquemos,  ya no veremos " un simple árbol".
 El rey de los bosques gallegos, el noble roble.

 Alzar la mirada, y quedarse sin palabras...


 Con razón los Celtas adoraban a los árboles y la naturaleza.
 Los bosques, admirables en todos sus aspectos.

 Castaños, vitales en Galicia por sus frutos y su madera

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